En una nueva sesión del ciclo Conversemos un café, que organiza la Facultad de Ingeniería, el académico y experto en transportes Juan Antonio Carrasco, compartió información relacionada con datos de telefonía móvil que explican e la movilidad de las personas en pandemia.

A pesar de las medidas de confinamiento impuestas con el fin de limitar las posibilidades contagio por coronavirus, la reducción de la movilidad en la Región durante la pandemia no ha pasado del 40%.

Esto es lo que investigadores del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) —que integran las universidades Pontificia Católica, de Chile y de Concepción— han observado al analizar datos de telefonía móvil anonimizados.

El miércoles, el académico de Ingeniería UdeC y miembro de ISCI, Juan Antonio Carrasco, compartió parte de la información que arrojan estos datos, en una nueva sesión del ciclo Conversemos un café que organiza su Facultad.

“Cuando uno mira los efectos (de las medidas) lo primero que vemos es que Biobío no es tan distinto al resto del país en términos de movilidad; no muestran gran diferencia en cómo reaccionan las personas respecto a las cuarentenas o cordones sanitarios. No hay gran diferencia con Valparaíso, Santiago o Antofagasta”, expresó el ingeniero especialista en transportes.

El investigador comentó que, tomando como punto de referencia la primera quincena de marzo, un cambio importante se produjo con el cierre de los establecimientos educacionales, “que sigue siendo la gran medida en términos de movilidad”.

Después de eso, dijo, no hubo muchos cambios hasta mediados de mayo y parte de  julio, cuando la autoridad comienza a tomar medidas como los cordones sanitarios y, en todo este período, “en ningún momento la disminución de la movilidad ha sido mayor a 40%; o sea, las ciudades han seguido moviéndose siempre”.

Y aunque la disminución no ha sido la esperable, considerando a especialistas que aseguran que un rango aceptable para reducir contagios es bajar la movilidad en un 60%, el académico indicó que los datos muestran un efecto en las tasas de infección.

“Si uno mira la cantidad de contagios por disminución de la movilidad hay una correlación más o menos de uno a dos: cada 10% de reducción de la movilidad hay un 20% de reducción de contagios”, señaló, advirtiendo que los datos en esta materia aún deben ser afinados, ya que hay dimensiones, como el período de latencia del virus, que no están incorporadas.

Pero a pesar de esas falencias, “hay una correlación entre ambas (variables); por lo tanto, reducir la movilidad sí tiene efectos relevantes en el contexto del cambio en los contagios”.

El Dr. Carrasco señaló que hay algunas hipótesis que explican el comportamiento de movilidad de las personas, como el factor “ingreso”. El académico graficó esto con datos del Gran Santiago, que —explicó— presenta un área urbana más segregada económicamente que el Gran Concepción. 

Sectores con ingresos socioeconómicos marcadamente más altos, como Vitacura, las Condes, Lo Barnechea, alcanzaron una reducción de movilidad de 60%, “en ciertos momentos donde hubo cuarentena, por ejemplo; pero nunca se logró reducir la movilidad a la mitad (en general)”, informó.

Por otro lado, la variable socioeconómica también explica cómo se presentan las opciones de quedarse en casa, o no, para evitar la exposición al contagio.

Aquí el investigador citó los resultados de una encuesta aplicada por el ISCI entre marzo y abril que muestra que solo el 20% de los chilenos pertenecientes al quintil más bajo ha podido realizar teletrabajo versus el 80% de la población de mayor nivel socioeconómico. 

Otro factor mencionado en la exposición es el rango de autonomía de las ciudades; es decir la cercanía de la infraestructura básica como supermercados, farmacias, centros de salud, ferias libres.

Esto fue analizado a partir de un estudio realizado en Ñuble por el Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus) del que Carrasco es parte.

“Y lo que vemos es que hay mucha inequidad en el acceso a bienes y servicios, hay muchos sectores en los que no hay una feria libre a la que se pueda llegar en 20 minutos a pie; más de un 60%  tiene que salir de su zona para poder comprar bienes y servicios básicos. Esta es también una razón relevante por la cual el movimiento continúa: porque no hemos hecho ciudades autónomas del punto de vista local”, aseveró.